El médico deberá empezar por la historia clínica del paciente y una entrevista al paciente para encontrar síntomas que ayuden a adivinar qué tipo de lesión o enfermedad presenta. Tras esto, un examen físico será necesario donde el médico buscará zonas de dolor y pedirá un movimiento de columna frontal y lateral para encontrar debilidades o restricciones.
Para mejorar el diagnóstico el profesional suele pedir diferentes pruebas complementarias como radiografía, resonancia magnética, tomografía axial computada o mielografía, entre otras. Con los rayos X, el doctor podrá ver como se encuentra la columna y encontrará la presencia de osteofitos que puedan afectar a la médula, por ello es la principal y más recurrida de las pruebas.