La columna vertebral humana se divide en cuatro regiones: la región cervical, la región torácica, la región lumbar y la región sacra. Las vértebras lumbares son cinco, se nombran L1, L2, L3, L4 y L5 (la letra viene determinada por la región de la vértebra) siendo la L1 la superior y la L5 la inferior. Se encuentran entre las costillas y la pelvis, justo debajo de las vértebras dorsales. En los espacios intervertebrales se encuentran capas cartilaginosas que recubren superficies articulares. La artrosis lumbar es producida cuando ese cartílago que se sitúa en las articulaciones de la columna de la región lumbar se deteriora o lesiona.
La población más afectada por la artrosis lumbar es la que tiene una edad superior a los 50 años de edad, y el porcentaje de afectados presenta una tendencia que aumenta exponencialmente a partir de ahí. También destacar que el porcentaje de las mujeres afectadas es mayor que el de los hombres.
La artrosis lumbar no presenta una causa principal que la produzca. La gran parte de los profesionales coincide en que no es posible atribuírsele un solo motivo que lo desencadene, sino que lo describen como la suma de diversos factores, tanto genéticos como ambientales. También se puede producir la artrosis lumbar por una razón concreta como un golpe dado con anterioridad u otros factores como infecciones, pero en estos casos no se le atribuye el papel de enfermedad principal, sino que es la secuela producida. Por ello se dice que la causalidad de la enfermedad viene determinada por la suma de varios factores.
Como en todas las artrosis, el peso de la herencia genética es incuestionable, llegando a valores de un 60-70% de afectados por este factor. Otros factores agravantes pueden ser el desarrollo de una actividad laboral que repercuta sobre la zona lumbar, como en el caso de pintores, peones y atletas de élite. También un peso inadecuado puede acabar sobrecargando la zona lumbar por lo que aquellos que sobrepasan el umbral del sobrepeso aumentan sus probabilidades de padecer artrosis lumbar
La artrosis lumbar puede que no desarrolle un síntoma que el afectado pueda percibir, y esos casos se detectan al imprimir radiografías de la zona lumbar por otras causas. También puede presentar síntomas como la lumbalgia, el dolor que acompaña al movimiento de la espalda baja o cuando se ejerce una presión sobre ella al cargar un objeto. La tirantez y la disminución de la movilidad son otras señales que puede presentar.
Aunque no siempre se detecta puesto que en ocasiones es asintomática, la primera fase del diagnóstico pasa por recolectar los síntomas que presenta y una exploración del doctor buscando el foco del dolor y la falta de movilidad. Para apoyar el diagnóstico normalmente basta con realizar radiografías de la espalda baja en la que se visualiza los síntomas de desgaste característicos en los cartílagos intervertebrales, entre ellos está la aparición de los llamados “picos de loro” o osteofitosis, protuberancias óseas producidas por el desgaste del hueso, e incluso la fusión de estos picos entre vertebras adyacentes.
Solo cuando se prevea que hay otra patología que afecte al paciente se precisaran otras pruebas diagnósticas.
Cuando un paciente sufre de artrosis lumbar la meta será disminuir el daño y darle la posibilidad de tener una vida mejor. Como es una enfermedad multifactorial, el tratamiento va ser muy diferente dependiendo de la causa y de la gravedad de la misma.
Uno de los procedimientos es la mejora de la salud del paciente a través de cambios corporales. Cuando el paciente presenta sobrepeso u obesidad, una disminución del peso será básico para su recuperación. El correcto cuidado postural como una buena posición al dormir o sentarse con la zona lumbar descansando en el respaldo es otra de las medidas a tomar. Evitar coger peso, hacer a diario ejercicio como una caminata y mejorar la fuerza del tronco son medidas igualmente importantes para un correcto tratamiento y prevención de la artrosis lumbar.
En el caso de que el paciente no presente mejoras, o no pueda o quiera llevar a cabo el tratamiento físico que se ha dicho previamente, se suelen recetar medicamentos analgésicos como el paracetamol para mitigar el dolor lumbar. Cuando este dolor es intenso, el uso de antiinflamatorios no esteroideos (AINE) como la aspirina, aunque en las ocasiones donde los AINE son perjudiciales o contraproducentes para el afectado, se puede recetar analgésicos opioides. Nunca se recomienda la automedicación, acuda al especialista.
Cuando afectados por la artrosis lumbar tienen un funcionamiento anormal severo de la espalda, o cuando el daño es agudo y crónico, debe considerarse la cirugía para aumentar la calidad de vida de esas personal
El Dr. Vicente de la Varga interviene en estos casos en el que el sufrimiento del paciente es tan elevado llevando a cabo una artrodesis. Esta cirugía consiste en la unión o fusión de vertebras, pueden ser más de dos, para paralizar totalmente la zona afectada.
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El doctor comenzará por anestesiarle por completo, no se baraja la posibilidad de anestesia local. La operación suele acompañarse de otras complementarias que extraen o ensanchan partes de la columna para una correcta salud del paciente. Realizará seguidamente una hendidura lateral y utilizará los separadores para dejar una abertura entre los tejidos blandos. Entonces procederá a la colocación del injerto óseo que pueden unir las vértebras colocándose entre ellas o adhiriéndolos en las caras de los huesos. Para evitar que el injerto pueda fallar, se suelen colocar tornillos, placas u otros utensilios que refuercen la fusión. Es una cirugía que por norma sobrepasa las 3 horas de duración, y por lo general permanecerá ingresado durante 4 días. La operación reduce considerablemente el dolor y puede llegar a desaparecer por completo, pero una rehabilitación cuidadosa y un estilo de vida más sano serán obligatorios para obtener una buena calidad de vida y evitar una nueva artrosis.