Como ya se ha explicado anteriormente, es muy frecuente tener radiografías en las que no se visualiza la fractura de escafoides pero aun así se realiza una
que puede ir desde el codo hasta la punta del dedo gordo de la mano. Esta inmovilización se realiza por varios motivos:
Si se puede visualizar desde un primer momento la fractura, el tratamiento varía en función del lugar y gravedad de la lesión.
Una fractura en el polo distal, por lo general, no requiere más que una enyesadura como se ha explicado, debido al buen riego de sangre de esa zona. Se deberán tomar radiografías periódicamente para ir evaluando el desarrollo del tratamiento. También se pueden utilizar otros estudios de imagen como el TAC.
En cambio, en una fractura del escafoides en el polo proximal, el traumatólogo enyesará desde el dedo hasta por encima del hombro o puede tomar la decisión de llevar a cabo un tratamiento quirúrgico.
Cuando el tratamiento es quirúrgico se utilizan
tornillos o alambres para unir el hueso fracturado. Los tratamientos pueden variar desde una pequeña incisión para insertar un tornillo de un centímetro a injertos de huesos que ayuden a reafirmar el escafoide.
En el caso del injerto de hueso, a veces ocurre que es necesario aplicar un riego extra de sangre debido a las características de esa zona del hueso. Entonces se lleva a cabo lo que se conoce como
injerto vascularizado, en el cual el hueso injertado lleva un riego de sangre para evitar la
no-unión. También se evita con este método, siempre que se haga una pronta intervención, la
necrosis avascular. Estos dos problemas pueden desembocar en una artritis de muñeca a una edad muy temprana.
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