Los accidentes de tráfico están a la orden del día y una de las lesiones más frecuentes producidas en los choques es el denominado latigazo cervical. Asimismo, esta dolencia causada por la hiperextensión del la cabeza puede aparecer tras una caída de altura o una lesión deportiva.
De hecho, estamos frente a una lesión cervical que tanto puede producirse en colisiones de baja velocidad como en accidentes más graves. Además de ser la dolencia número uno causada por la tercera parte de los accidentes de tráfico que suelen ser impactos posteriores, según las estadísticas.
¿Qué es el latigazo cervical?
El latigazo cervical, también conocido como esguince cervical, es una patología que aparece por el desgarro de algunos de los ligamentos que unen las vértebras cervicales, produciendo dolor en el área del cuello. Es decir, estamos frente a un tipo de dolor cervical, normalmente benigno y autolimitado a consecuencia de un mecanismo de hiperflexión, hiperextensión o rotación en exceso del cuello.
Grados de la lesión
No todos los latigazos cervicales se producen en las mismas circunstancias y el grado de gravedad tendrá mucho que ver a la hora de determinar la sintomatología, el tratamiento a seguir y las secuelas posteriores. Es por ello que las diferenciamos en 5 grupos distintos:
- Grado 0. La contractura muscular, así como el dolor son leves. Siendo poco evidentes los signos de dicha dolencia.
- Grado 1. La contractura, acompañada de la rigidez y el dolor son más evidentes, así como más intensos. No obstante, no aparecen signos a nivel físico a primera vista del origen de la lesión.
- Grado 2. En este caso, la contractura es mucho más evidente, limitando incluso el movimiento. Otra característica es que el dolor aumenta de manera intensa.
- Grado 3. El fuerte dolor y la intensidad de la contractura, limita por completo el movimiento del cuello. Entre otras dolencias, este tipo de latigazo cervical puede generar falta de fuerza, pérdida de los reflejos y sensibilidad excesiva. En la mayoría de casos del grado 3 es necesario emplear un collarín.
- Grado 4. Estamos frente a una lesión grave, con luxaciones vertebrales y/o fracturas de huesos. En este grado, el collarín no es suficiente y hay que recurrir a la intervención quirúrgica para encontrar una solución.
Síntomas más comunes del latigazo cervical
Tal y como hemos mencionado en el punto anterior, no todos los tipos de latigazo cervical son iguales, así que los síntomas variaran según el paciente y en función de la lesión en cuestión. Dichos síntomas pueden aparecer de forma inmediata o transcurridas unas horas tras el accidente, siendo variables según el grado de intensidad, llegando incluso a la tetraplejia en los casos más severos.
Los síntomas más frecuentes que suelen manifestarse en los pacientes de esta dolencia cervical son los siguientes:
- Contracturas musculares.
- Dolor cervical que puede irradiarse al hombro e incluso a los brazos.
- Dolores lumbares o cervicalgia.
- Movimiento cervical limitado.
- Afecciones de cabeza tales como mareos, dolores, visión borrosa, náuseas y vértigos.
- Tinnitus, es decir, ruidos en los oídos.
- Hormigueo y entumecimiento de hombros, manos, brazos y piernas. En función de la localización y existencia de una contusión medular.
- Inflamación retrofaríngea y disfagia.
- Insomnio, ansiedad, dificultad para concentrarse y depresión.
Tratamientos habituales para tratar el latigazo cervical
Aunque generalmente se asocie el uso del collarín para tratar esta dolencia, lo cierto es que no se aconseja durante un máximo de más de 72 horas, puesto que se ha comprobado que las inmovilizaciones prolongadas más allá de este tiempo, retrasan el proceso natural de curación. Un abuso del collarín, generalmente produce arofia por desuso en el cuello, facilitando las contracturas en las partes blandas, acortando los músculos, incrementando la dependencia y aparentando una sensación errónea en el paciente de discapacidad.
De igual modo, el reposo tampoco es un tratamiento efectivo, ya que en realidad, lo ideal es poder reincorporarse en cuanto antes a las actividades cotidianas. Pese a que en un principio pueda resultar molesto por culpa de la dolencia, evitar un reposo de más de 24 horas y volver a activar el movimiento, serán de gran ayuda para una recuperación temprana.
Sin embargo, el tratamiento adecuado asimismo irá en función del grado de latigazo cervical al que nos enfrentemos. En los grados en que no se requiera cirugía, el especialista podrá optar por recomendar al paciente dos tipos de tratamientos, según cada caso. Podemos diferenciarlos entre seguir un tratamiento con fármacos o con fisioterapia. Ambos tratamientos se suelen necesitar para una total recuperación, iniciando el farmacológico y terminando con el de fisioterapia.
Tratamiento farmacológico
Este tipo de tratamiento pautado por un médico especialista, consiste en la prescripción de antiinflamatorios, analgésicos, medicamentos para la protección gástrica y relajantes musculares.
En el caso de existir mareos o vértigos, el doctor optará por subministrar también medicamentos apropiados para solventarlos y aliviarlos, así como inyecciones de anestesia local o la denominada punción seca, en los casos de contracturas musculares o similares.
Tratamiento con fisioterapia
El tratamiento con fisioterapia garantiza su eficacia, siempre y cuando se inicie en cuanto antes. Por lo general, se basa en fórmulas descontracturantes con masajes, corrientes, ultrasonidos, etcétera. Lo normal es que el paciente siga unas pautas de programas específicos y personalizados de ejercicios para fortalecer la musculatura. Así como para mejorar la postura y poder recuperar por completo la movilidad de nuevo.
¿Pueden quedar secuelas?
Lo más habitual en el latigazo cervical es que no queden secuelas. Sin embargo, una recuperación incorrecta de la zona afectada o un diagnóstico erróneo pueden desencadenar la persistencia del dolor, así como otras complicaciones desafortunadas en el área del cuello y de la columna vertebral, que a su vez pueden dar pie a otro tipo de patologías.
Existe el llamado latigazo cervical crónico que se detecta en apenas un 10% de los casos. Para que ello no ocurra y los temibles síntomas queden para siempre, es necesario contar con la mejor asistencia médica especializada, no forzar la parte adolorida en el periodo de recuperación y realizar las rehabilitaciones necesarias que nos haya indicado el profesional médico para evitar en lo máximo posible que se convierta en una patología crónica.