A algunas personas les sale una pequeña inflamación en la rodilla que les limita mucho su vida. Sin ser algo grave, el quiste de Baker es una patología no tan conocida por todos. Por este motivo hemos decidido escribir este artículo donde explicamos los síntomas, las causas y los posibles tratamientos.
Qué es el quiste de Baker
El quiste de Baker es una inflación en la rodilla de líquido que provoca una protuberancia y una sensación de tirantez en la zona trasera de la rodilla. El dolor aumenta cuando se flexiona la articulación o cuando se extiende. También puede doler cuando estamos activo.
Por lo general, el quiste de Baker se produce por un problema en la articulación de la rodilla, como artritis o la ruptura de un cartílago. Ambas patologías pueden hacer que la rodilla produzca demasiado líquido, lo que ocasiona que se vaya acumulando formando el quiste de Baker.
A pesar de que el quiste de Baker puede causar una inflamación e incomodidad, para tratarla hay que tratar el problema que está generando ese exceso de líquido.
Síntomas
En algunas ocasiones, el quiste de Baker no provoca dolor en el paciente y puede incluso que no se note. Para las personas que si presentan signos y síntomas, estos pueden ser:
- Inflamación en la parte trasera de la rodilla y a veces se desplaza en la pierna
- Dolor en la rodilla
- Rigidez articular e incapacidad para poder flexionar completamente la rodilla
Para las personas que presentan síntomas, estos pueden empeorar tras un periodo de actividad física o si se pasa muchas horas de pie.
Causas
Este líquido lubricante articular es el llamado «líquido sinovial», que es el encargado de ayudar a la pierna a girar sin dificultad, y hace que disminuya el rozamiento entre las partes móviles de la rodilla.
En ocasiones, la rodilla produce un exceso de líquido sinovial y este se va acumulando en una zona detrás de la rodilla, concretamente en la bursa poplítea, causando que aparezca el quiste de Baker. Las causas para que esto suceda son las siguientes:
- Una inflamación en la articulación de la rodilla relacionado con alguna patología, tal como ocurre con varios tipos de artritis.
- Una lesión en la rodilla, como por ejemplo una rotura en el cartílago.
Diagnóstico
El quiste de Baker normalmente se puede diagnosticar mediante una simple exploración física de la articulación. No obstante, como algunos de los signos y síntomas del quiste de Baker son similares a los de otros trastornos más graves, tales como un coágulo, un aneurisma o un tumor, por lo que el especialista seguramente pida unas pruebas de diagnóstico por imágenes no invasivas para asegurarse, por ejemplo:
- Ecografía
- Radiografía
- Resonancia magnética
Tratamiento
En ocasiones, el quiste de Baker desaparece suele desaparecer sin necesidad de hacer nada. Sin embargo, si el quiste es grande y causa dolor, lo normal es que el especialista recomiende seguir alguno de los siguientes tratamientos:
- Medicamentos. Es probable que el especialista inyecte un corticoesteroide, como la cortisona, en la articulación para que la inflamación se vaya reduciendo. Esto además podría calmar el dolor, aunque este tratamiento no siempre evita que el quiste vuelva a aparecer.
- Drenaje del líquido. El especialista drena el líquido de la articulación de la rodilla mediante una aguja. Esto se denomina «aspiración con aguja» y a menudo se lleva a cabo bajo supervisión ecográfica.
- Sesiones de fisioterapia. Colocar hielo, una venda elástica y el uso de muletas podrían ayudar a disminuir el dolor y la inflamación. Para reducir los síntomas y conservar la función de la rodilla, también suele ser útil realizar ejercicios suaves de amplitud de movimiento y de fortalecimiento de los músculos que rodean la rodilla.
De ser posible, los especialistas intentan tratar el motivo de fondo del quiste para que no vuelva a reaparecer. Si el especialista determina que la ruptura de un cartílago es el motivo de la producción de líquido sinovial, es probable que recomiende una intervención quirúrgica para extraer o para reparar el cartílago desgarrado.
Los quistes de Baker que son provocados por la artrosis suelen mejorar con el tratamiento de la artritis. En este caso, rara vez se necesita operar.
